No existe unanimidad entre los historiadores sobre el origen del nombre de la isla o el de su calificativo. Está muy arraigada popularmente la teoría de que su nombre aborigen fuese Tamerán, Tamarán o Tamarant, traducido a veces como tierra de las palmas o más frecuentemente como país de valientes. Sin embargo, el origen prehispánico de dicho topónimo ha sido puesto en cuestión, ya que el nombre Tamarán aparece por primera vez en el siglo XIX, no constatándose su presencia en ninguna fuente clásica ni de la época de la Conquista, especulándose con la posibilidad de que Canaria sea la versión latinizada del verdadero nombre aborigen de la isla o de la etnia que la habitaba. Por otra parte, estudios filológicos recientes sugieren que el nombre Tamerán puede tener cierta autenticidad histórica

domingo, 22 de junio de 2014

LA UNION DE 5 EQUIPOS ( UNION DEPORTIVA LAS PALMAS)

LA UNIÓN DE 5 EQUIPOS ( UNIÓN DEPORTIVA LAS PALMAS)

 
En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a cuatro de abril de mil novecientos cuarenta y nueve, siendo sus diecinueve horas, se reúne, en el domicilio social de la Federación de Fútbol, la ponencia constituida para estudiar la fusión de los cinco club que integran el censo de la primera categoría regional, bajo la presidencia de Don Adolfo Mirando Ortega y con asistencia de los señores don Manuel Rodríguez Monroy, por la Regional; don Alberto García Sastre, por el "Real Club Victoria"; don Francisco Naranjo Hermosillas, por el "Marino C.F."; don Vicente Di Napoli Battone, por el "Atlético Club"; don Luis González Vera, por el "Arenas Club", y don José Jiménez Sánchez, por el "C.D. Gran Canaria", actuando de secretario el que suscribe.
Abierta la sesión es leída y aprobada por unanimidad el acta de la anterior.



 
Por secretaria se procede a la lectura del escrito elevado por nuestra presidencia a la Real Federación Española de Fútbol, según acuerdo recaudo en sesión anterior, solicitando de dicha superioridad la inclusión de Canarias en la Segunda División de la Liga Nacional, escrito que merece el más destacado elogio de esta ponencia por los grandes razonamientos que lo fundamentan, acordándose, finalmente, por unanimidad, expresar a su redactor, nuestro estimado presidente, don Adolfo Miranda Ortega, así como a su colaborador, don Manuel Rodríguez Monroy, la felicitación más calurosa y sincera.
Últimamente, se cambian impresiones sobre las normas dictadas por la nacional sobre la "Nueva organización jurídica y económica de los clubes e categoría Nacional", las cuales nos servirían de base para llevar a la práctica como reglamentariamente corresponda en dicho aspecto la constitución del club fusionado.


Y no habiendo más asuntos de que tratar, se levanto la sesión a las veintitrés horas del día de la fecha; de lo que, como secretario, certifico.

Federación Regional de Las Palmas.
 
 
Don José Del Río Amor, mayor de edad y de esta vecindad, obrando en concepto de Presidente de la Comisión Gestora del Club "Unión Deportiva Las Palmas" a esa Excma. Corporación que permite exponer:
 
Que por acuerdo de los cinco equipos que componen la Primera Categoría Regional, dependientes de la Federación Regional de Fútbol de Las Palmas de Gran Canaria, se ha hecho con permiso de fusión de los mismos al objetivo de que, agrupados en uno sólo todo su potencial económico y deportivo, incorporar ese potente Club a las competiciones de fútbol de categoría nacional.


Igualmente y por acuerdo unánime de los equipos fusionados el nombre del mismo es "Unión Deportiva Las Palmas" y que, tanto los colores como el escudo de los equipos resultantes de esta fusión sean los de esta ciudad; pero para que esto último pueda llevarse legalmente, se hace necesario que esa Excma. Corporación dé su aprobación al respecto, por ello es por lo que suplica a esa Excma. Corporación que, habiendo por presentado este escrito, se digne a autorizar al citado Club "Unión Deportiva Las Palmas" a utilizar el escudo de esta ciudad, orlando con el nombre de este Club y los emblemas de los cinco equipos fusionados.
 
Es gracia que espera de esa Excma. Corporación, cuya vida Dios guarde muchos años.
 
Las Palmas de Gran Canaria, a 1 de septiembre de 1949.
 


A mediados del s. XIX ya existen indicios de que en la isla de Gran Canaria se practican diversos “juegos de pelota” por  jóvenes estudiantes de la colonia inglesa asentada en la isla que regresaban de sus estudios en Inglaterra. El primer campo utilizado por estos fue el denominado Campo de las Rehoyas.
Ya en febrero de 1894 se tiene noticia de lo que podríamos llamar el primer club dedicado al fútbol como tal, donde la prensa local se hace eco de un encuentro disputado entre el Grand Canary F.C. y una Escuadra Inglesa. También se tiene noticias del equipo denominado Las Palmas F.C. del Puerto de La Luz. Estas primeras formaciones estaban compuestas íntegramente por jóvenes ingleses que residían en la isla y disputaban encuentros frente a las copiosas tripulaciones de buques de guerra que estaban de paso.
En la primera década de s. XX comienzan a surgir los primeros clubs creados por jóvenes locales canarios. Así pues, hacia el año 1904 surgen los primeros equipos autóctonos en la isla de Gran Canaria, siendo uno de los primeros clubs en fundarse el Club Gimnástico, el cual disputaba sus encuentros en Santa Catalina, en unos terrenos llamados Teso del Porteño que después ocupó la Compañía Escandinava de Canarias; y el Club Canario, creado por los hermanos Vayo y que con posterioridad devendría en Sporting Club Las Palmas, para la práctica de otros deportes. A estos le siguieron otros conjuntos como el de Los Veintidós, el Pipiolo, el Tristany ó el Unión Central del Puerto, entre tantos otros. En los inicios también fueron utilizados como terreno de juego para la práctica del fútbol unos arenales a los que denominaban Campo de los Ingleses.
En el año 1905 tiene lugar la fundación de uno de los históricos del fútbol canario: el Marino Foot-ball Club. Después de unos años desde la implantación del fútbol, este deporte sufre una crisis en beneficio del béisbol en 1907 en la que desaparecen muchos de los equipos que se habían formado. Con la llegada a la isla en 1908 de José Gonçálvez García, junto con Eliseo Ojeda y otros jóvenes devotos de este deporte se vuelve a fomentar su práctica. Poco después, a finales de la década se fundan equipos importantes como: el Artesano F.C. en 1909, el Sporting Club Victoria ó el C.D. Porteño en 1910. Los dos clubs históricos, tanto Marino F.C. como Sporting Club Victoria, serán cantera continua e inagotable de jóvenes talentos hasta la creación de la Unión Deportiva.
El Marino Foot-ball Club fue fundado el 12 de mayo de 1905 por D. Eusebio Santana Torres en la Calle Cebrián dentro del barrio de Arenales junto al incomparable marco que ofrece el mar, de ahí la inevitable elección de su nombre. En un principio sus colores fueron el amarillo y azul, para luego pasar a vestir camisa azul y pantalón blanco. Tras un periodo de inactividad, en 1911 el equipo es reorganiazado por Eliseo Ojeda y pasa a jugar en el Campo del Muelle Grande, para luego en 1916 pasar a disputar sus encuentros en el Campo del Sagrado Corazón de María hasta la creación del Campo de España en los años veinte, terreno que abandonará en 1944 al transformarse este en canódromo. Esta decisión provoca que el Marino C.F. tenga que costearse la construcción de un nuevo campo, el Estadio de Las Palmas, inaugurado en 1944. Fue esta sociedad la gran rival de otro histórico como el Real Club Victoria durante casi cuarenta años, disputando apasionadamente los campeonatos regionales e interregionales de Canarias con la obtención de varios títulos en su haber. En 1941 y con la aplicación de la nueva Ley que prohíbe los extranjerismos cambia su nombre a Marino Club de Fútbol.
Pepe Gonçálvez, que aprendió a jugar de mozo en Inglaterra, nada más regresar a su tierra en 1907 crea un equipo en el Puerto de La Luz llamado Victoria. Sin embargo, este equipo carecía de sede social y no se registra oficialmente. Ya en el año 1910 se crea el Sporting Club Victoria, siendo su primer presidente electo Agustín Domínguez. El equipo viste camiseta a listas blancas y negras, y pantalón negro. Con el paso del tiempo esta sociedad irá captando a numerosos simpatizantes y adquiriendo una gran importancia dentro de la isla y del archipiélago. El 8 de julio de 1914 son creados los estatutos del club, siendo aprobados por la Delegación del gobierno el 14 de julio, fecha de su constitución oficial. El 5 de febrero de 1923 es nombrado Presidente de Honor a S.M. Don Alfonso XIII, recibiendo el título de Real y pasando a ser conocido como Real Club Victoria. Este club fue el único que consiguió competir en la Copa de España hasta 1950 y el primero en viajar a la península, concretamente en 1925, para competir en una gira que le lleva a jugar en Valencia, Aragón, Cataluña y Andalucía. En 1931 cambia su nombre a Club Deportivo Victoria, recuperando en 1940 su tradicional nombre de Real Club Victoria. En el año 1937 pasa a jugar sus encuentros en el Campo de Fútbol Pepe Gonçalves, construido en honor del fundador del Real Club Victoria.
En el 1911 aparece el Santa Catalina F.C. del barrio que le da el nombre. Con las fiestas de La Naval de 1911 celebradas en el popular barrio de La Isleta, se organiza un torneo por el que se rehace el Unión Central del Puerto para enfrentarse al combinado llamado Oriental de Las Palmas, celebrado en el Campo de Rompeolas. Comienza entonces a disputarse con motivo de estas fiestas el primer Campeonato de Las Palmas, cuya primera edición en 1912 la ganó por 2-1 el Sporting Club Victoria al Marino F.C.. También es digno de mención el encuentro celebrado el 1 de mayo de 1912 disputado en Santa Cruz de Tenerife entre el Sporting F.C. de Tenerife y el Sporting Club Victoria, el cual es considerado el primer Campeonato de Canarias y que acabó con victoria visitante por 0-1. La edición siguiente de 1913 se repetiría resultado en el mismo escenario y con los mismos protagonistas, esta vez por 0-3. En la edición de 1914 visitaría la isla tinerfeña el Marino F.C., perdiéndo por 1-0. Volverían los marinistas en la edición de 1915 para encajar un contundente 4-0 y suspenderse el encuentro al retirarse estos a causa de las decisiones arbitrales. En junio de 1916 sería el C.D. Porteño el representante de Gran Canaria, repitiéndose los sucesos acaecidos en la edición anterior, al retirarse los porteños tras encajar un 2-0.
En el mes de junio de 1914, el Tristany pasa a denominarse Club Deportivo Gran Canaria. Algunos de sus directivos consiguieron en 1915 que se constituyerá un subcomité dentro de la Federación Regional de Andalucía en Las Palmas, que tuvo una duración efímera de tan sólo un año en un intento de crear una federación regional canaria. El equipo vestía camisa y pantalón blancos, y fue junto a los dos clubs históricos, uno de los principales clubs en la isla de Gran Canaria. Fue el principal propulsor de la creación de la Unión Deportiva, a la que donó todo su patrimonio y sala de trofeos.
Es a partir de entonces cuando en la isla resurgen los equipos hasta la llegada de una nueva crisis provocada por la I Guerra Mundial, en la que existe una periodo de inactividad futbolística entre 1917 y 1922. Esta vez la crisis fue debida a la falta de promoción de este deporte frente a otros como la lucha canaria o las corridas de toros, y a la falta de terrenos de juego para la práctica del fútbol. Con todo, sí se disputaron los Campeonatos de Canarias: el 8 de diciembre de 1917  se celebra en la ciudad de Las Palmas, venciendo por 3-0 el Marino F.C. sobre el Sporting F.C. de Tenerife; el 2 de mayo de 1919 en Santa Cruz vence el C.D. Gran Canaria por 2-1 al Sporting F.C. de Tenerife.
En 1921 surge el C.D. Santa Catalina paticipándo en la Copa Lucana y tras una serie de problemas internos, el por entonces presidente D. García de Celis, lleva a cabo una reestructuración en el equipo, cambiando el 7 de agosto de 1926 el nombre a Athletic Club. Los “leones del puerto” que así es como se les conocía, tomaron como distintivos los propios del club madrileño. Vestía camisa blanca y roja a listas, y pantalón azul. Con la prohibición de los extranjerismos en enero de 1941 cambia a Atlético Club.
En 1922 resurge el fútbol en la isla gracias al empeño de equipos como el C.D. Porteño y el C.D. Gran Canaria. Ya reorganizados los clubs, se disputan cuantiosos partidos entre equipos de la isla y otros encuentros entre equipos de  islas vecinas. Pasado el verano, se acuerda que el vencedor de cada isla dispute el Campeonato de Canarias, título patrocinado por los cigarrillos Lucana 66 y que a la postre recibiría el nombre de Copa Lucana. El 4 de marzo de 1923 se disputó en el Campo de Deportes España la Final entre el Marino F.C. y el C.D. Tenerife, con resultado de 2-0 y una vez más el partido suspendido por la retirada de los visitantes por su disconformidad ante la actuación arbitral.
El 13 de septiembre de 1926 quedaba constituída la Federación Canaria de Clubs de Foot-ball, la cual fue aceptada por la RFEF en la Asamblea Nacional celebrada en junio gracias a D. José Rivas. La ciudad era ya en esta década un caldo de cultivo de innumerables clubs que poco a poco fueron sumándose a los dos históricos: el Argentino F.C., el Héspérides F.C., la Unión Marina F.C., el Sporting Club San José, club este fundado el 8 de diciembre 1913 y en la actualidad Real desde 1988, la  Sociedad Gimnástica, el C.D. Español, la U.D. Santa Catalina, el Acevedo  F.C., el Ferreras F.C., la Sociedad Balompédica, el Unión Athletic, el Peñarol F.C., el Rehoyano F.C., el C.D. Estrella, el Luz y Progreso F.C., el Apolinario F.C., el C.D. Águila, el Canalejas C.F., el Levante F.C., el Racing Club, el Sporting X F.C., etc. Estos clubs compiten en las distintas categorías regionales hasta la llegada de la Guerra Civil, la cual genera un periodo obligado de inactividad hasta su fin en 1939.
Tras la Guerra Civil no comienza a disputarse el Campeonato Regional en la campaña 39/40, sino en la siguiente 40/41. Así mismo, en enero de 1941 todos los clubs pasan a castellanizar sus nombres por la entrada en vigor de la Ley de prohibición de extranjerismos. El C.D. Gran Canaria y la Sociedad Gimnástica (que ocupó la plaza de los grancanarios en Primera Categoría la última temporada 35/36 tras ser descendido por no presentarse a un partido de promoción suspendido por no reunir el terreno de juego las condiciones reglamentarias), acuerdan una unión para poder disputar la sesión 40/41, participando bajo el nombre de Gimnástica-Gran Canaria. El C.D. Gran Canaria recupera en la siguiente sesión 41/42 su tradicional nombre, mientras que la temporada 43/44 reaparece la Sociedad Gimnástica como Gimnástica C.F..
En el año 1940 tiene lugar la fundación del Arenas Club, uno de los tres equipos fusionados para dar lugar a la Unión Deportiva. El Arenas Club participa por primera vez la temporada 40/41 encuadrado en Segunda Categoría, donde acaba siendo subcampeón. Campeón lo es en la 43/44, ascendiendo a Primera Categoría y permaneciendo en ella hasta el momento de su fusión. El equipo vestía camiseta roja y pantalón blanco.
A mediados de la década de los años cuarenta aparecen nuevos clubs, caso del C.D. Las Palmas, el Nuevo Club Deportivo, el Estrella Blanca C.F. ó el C.D. Telde. Por desgracia, un común denominador unía a todos los clubs canarios y este era la negativa que padecían por parte de los clubs peninsulares a ser aceptados como rivales para competir, debido fundamentalmente a la carestía de los desplazamientos y a la lentitud de estos. Durante numerosos años el fútbol canario vivió sumido en el aislamiento, marginado y basándose como única salida en la realización de competiciones interinsulares y alejado del resto del país. Pese a todo, los ojeadores peninsulares no eran ajenos a las hornadas de grandes jugadores que salían de la isla, por lo que los más destacados siempre tuvieron hueco e ingresaron en los clubs denominados “grandes”, tal es el caso del centrocampista Luis Molowny que en 1946 ficha por el Real Madrid C.F. procedente del Marino C.F..
 
 

miércoles, 18 de junio de 2014

PIEDRA PARTIDA EN DOS (LOS DOS HERMANOS)




 
 



Poema a la leyenda de Los Dos Hermanos

Ay, piedra partida en dos,
Risco de los dos Hermanos!
tragedia oscura que cuentan
los viejos a los muchachos.
Historia de boca en boca;
historia de amor y llanto.
El cayó donde la mar;
Ella, al fondo del barranco.
Un rayo los separó,
para siempre de un zarpazo.
Ellos subieron al monte
pues pronto se enamoraron,
bellos de luz y de noche,
en un beso ya amarrados,
sin saber que eran sus sangres
hijas de un mismo regazo.
La roca después habló
y eso fue comentado,
y hasta el abismo llegó
la noticia de este caso.
Hasta los Roques de Anaga
llegó la voz del picacho
lo supo la playa negra.
No hubo dios que no supiera
este hecho desgraciado.
Así es la historia que cuentan
a los niños los ancianos,
historia que escuché un día
en la Punta del Hidalgo.
¡Hay piedra partida en dos,
Risco de los dos Hermanos!
¡El cayó donde la mar!
¡Ella, al fondo del barranco!
 

EL COMERIO DE ESCLAVOS - LOS LIBERTOS







 

 
Los libertos en la sociedad canaria del siglo XVI
El comercio de esclavos.
La trata junto con los otros sectores económicos completa para el siglo XVI el cuadro de las transacciones comerciales en Canarias, y hace posible que algunas ciudades canarias, entre ellas Las Palmas, se conviertan en puntos activos del comercio. Esto es posible porque este tipo de actividad mercantil, en el que la mercancía era humana, exigía la movilización de abundantes capitales, imprescindibles para realizar las operaciones, adquirir la materia prima y colocarla en los distintos mercados.

El comercio esclavista requería de complicadas operaciones, se­gún se tratara de organizar cabalgadas hacia Berbería o de expedicio­nes con sus respectivos rescates al África negra. Las cabalgadas ve­nían a constituir operaciones de carácter militar, en cuyo espíritu rei­naba la idea de continuidad de la Reconquista, cuyo objeto era asaltar la vecina costa africana y coger al lazo, mediante razias, a los pobla­dores berberiscos de la costa.
En un estudio que hemos realizado, lo­gramos contabilizar para todo el siglo XVI 157 cabalgadas, que par­tiendo de los puertos de las Canarias orientales se dirigían a Berbería.

El análisis de la documentación de protocolos nos informa de la cons­titución de sociedades, de los fletamentos de las naves y del reparto de beneficios; la elaboración del material nos permitió deducir que en cada expedición de este tipo se obtenían unos beneficios que rayaban entre el 100% y el 200% sobre el capital invertido. Los principales ca­pitalistas eran los señores de Lanzarote y Fuerteventura y los gober­nadores, oidores, regidores, canónigos, mercaderes y hacendados de las islas de realengo.




Este tipo de operaciones requería no solo de la búsqueda del transporte, sino de una experta y segura tripulación, a quién se paga­ba en altos precios y piezas de esclavos. Así los maestres y marineros cobraban el triple y, a veces, el cuádruple que los artesanos, obser­vándose un aumento a medida que avanza el siglo. A estos técnicos se unían los soldados, de a pie y de a caballo, con su artillería para asegurar el golpe.

El sistema de las cabalgadas se complica al tener que contemplar un variopinto número de participantes. Pues junto a los capitalistas y sus inversiones, tanto en dinero como en mantenimientos, hay que tener en cuenta a los marineros y naves, su procedencia, sistemas de adquisición y pago, reparaciones, construcciones etc. A ellos se unen los empresarios y técnicos, adalides y soldados con el arma­mento, vituallas, mercancías, trueques y operaciones para concluir con el reparto de beneficios al final de la jornada, que podía durar de 1 5 días a un mes según resultara de fácil o difícil la operación.

De todo este sistema, resultaba un segundo proceso, el del resca­te. Pues en estas cabalgadas se cautivaban, a veces, moros importan­tes a los ojos de la tribu, que en una segunda operación, ahora en son de paz y siempre en suelo africano, se canjeaban por varias piezas de negros. Si por el contrario los apresores quedaban apresados también se realizaba el canje tanto por moros como por dinero, armas y mer­cancías.

Las expediciones al África negra seguían un proceso completa­mente distinto, desde el momento en que la operación militar estaba ausente. La distancia aumentaba al encontrarse los puntos de destino en Senegal, Guinea y Cabo Verde, aunque con frecuencia se rebasa­ban para llegar hasta el Congo, Angola e islas del golfo de Guinea. La distancia, junto con el riesgo y la protesta lusitana de los embajadores portugueses en Madrid, por contravenir los canarios los pactos entre Castilla y Portugal, favorece los beneficios que se elevan hasta el 300%.




Otra diferencia con respecto a las cabalgadas, es que mientras en aquéllas los participantes eran solo subditos castellanos, ya fueran is­leños o no, en éstas intervienen mercaderes y hombres de negocio de distintos puntos de Europa que invierten sus capitales en estas em­presas. Los portugueses, ¡lícitamente y en contra de los intereses de su reino, se enrolan en estos negocios. Su presencia en las expedicio­nes las favorece, pues las zonas donde se efectuaban los rescates eran de dominio portugués, y por lo tanto eran conocedores no sólo de la costa sino de los lugares donde se podían obtener más piezas a mejores precios.

La dualidad de las fuentes de esclavos hizo posible la aparición en Canarias de dos tipos de cautivos; berberiscos del noroeste africa­no y negros rescatados o comprados en Cabo Verde y Guinea.

Al llegar a los puertos y mercados isleños estos esclavos eran vendidos como cualquier otra cosa a menudeo o en almoneda pública por lotes. A partir de aquí pasaban a ocupar un lugar importante en los ingenios, haciendas, casas particulares y monasterios. A través de las ventas se rastrea el mercado y se conoce su importancia. A él acuden gentes de todo origen y condición social en el que dominan los mercaderes. Las Palmas se convirtió en el siglo XVI en un mer­cado importante, y su prosperidad se debió en parte a la trata, com­parable a los de Sevilla y Lisboa.

También las operaciones de compra-venta permiten conocer otros aspectos esenciales del esclavo como su nombre, raza, edad, procedencia, salud, tachas, etc.

A partir de su salida del mercado se comprueba como los escla­vos se integran en la sociedad insular recién creada, con un aporte poblacional del 12% con respecto a la población libre. Los censos, li­bros de bautizos, de confirmaciones y de matrimonios dan prueba de ello. Este grupo social, marginado y discriminado, es asimilado rápida­mente, a pesar de los problemas de lengua, ya sean bozales o ladinos, religión, usos y costumbres, aún cuando las dos variantes de esclavos presenten particularidades diferentes. En este aspecto mantienen huellas de su antigua idiosincracia como lo prueban las prácticas de brujería, el curanderismo favorecido por la inasistencia médica, el pa­ganismo y el folklore. A pesar de estos problemas el fenómeno de aculturación fue más fuerte de lo que pueda pensarse, hasta tal punto que cuando Felipe III decreta la expulsión de los moriscos de todo el territorio nacional, pide información a las autoridades canarias por medio de la Audiencia de Las Palmas sobre el comportamiento de los moriscos. Los informes son tan satisfactorios que los berberiscos acli­matados y nacidos en Canarias, quedan exceptuados de la expulsión.

Los negros se integraron aún con mayor facilidad, tal vez por su mayor primitivismo y escaso bagaje cultural. La asimilación fue facili­tada no solo por los propios pobladores sino por la legislación, basada en Las Partidas, que permitía y preveía la manumisión, por la protec­ción de la Iglesia y por la predicación de las órdenes mendicantes.

Las leyes y las prácticas caritativas de los eclesiásticos, fueron ampliadas por la actitud benevolente de la sociedad isleña hacia el esclavo, en particular en las relaciones amo-esclavo. Estos aspectos se contemplan en las relaciones testamentarias de los dueños, quie­nes en su última voluntad tienen un recuerdo para sus cautivos a los que liberan y dejan bienes. La libertad concedida bien a través de cláusulas testamentarias como de escrituras de alhorría permiten el acceso de un eslabón a otro, es decir del estado de servidumbre al de horros o libertos.

Esta visión rápida de la sociedad y economía canaria del Quinien­tos, se completa ahora con el estudio de los libertos, hombres y muje­res que procedentes de la cautividad se van a ir integrando en el cuer­po general de la población libre.

Los libertos.



Conocida ya la importancia que jugó la esclavitud en las Islas Ca­narias en el siglo XVI, sabemos que de la institución resultó y se gestó un grupo humano marginal, del mismo origen que los esclavos, negros-moriscos-mulatos, si bien muchos descendientes de aquéllos y nacidos en las islas, a quienes se les conoce como criollos, que va a ocupar un lugar importante en la sociedad del momento como mano de obra necesaria en todas las actividades económicas. Nos referi­mos a los libertos, grupo al que no solo a nivel insular, sino incluso nacional, se le han dedicado pocos estudios.

Los libertos constituyen en la escala social el nivel entre los es­clavos y el grupo más bajo de los libres. Por esta razón, quizá, se en­cuentran inmersos en los mismos trabajos a que estaban acostum­brados en su estadio anterior. Se les relaciona con los ingenios de azúcar, con lo cual se confirma una de nuestras hipótesis: siguen tra­bajando en los mismos establecimientos que motivaron su entrada en esclavitud. Son los negros los más asiduos, pues tanto laboran en cui­dar las cañas como en trabajar en las calderas, en las prensas y en los bagasos, convirtiéndose incluso alguno en capataz o en contratador del resto del personal, por lo común de su mismo origen.

Los moriscos, más reacios a la dureza de estos oficios, prefieren dedicarse al transporte, pues no en vano controlan todo el acarreo pe­sado, en especial cargando las bestias con leña y caña con destino a los ingenios. Tampoco desdeñan el cuidado del ganado, en donde in­cluso son preferidos siempre que se trate de ganado menor y de ca­mellos.
Ambos grupos son también expertos en otros trabajos: labran piedras de moler y preparan hornos para cocer cal.

En las cabalgadas a Berbería participan los moriscos bien como soldados o como adalides, es decir lenguas, que introducen al resto del personal en la tierra y les indican los aduares de moros. Las expe­diciones que zarpan desde las islas de Lanzarote y Fuerteventura cuentan con gran número de ellos, pues los señores de aquellas islas confían en ellos, y forman su propia guardia con naturales berberis­cos.

Por su origen debemos distinguir entre los libertos dos subgrupos. Los que fueron más reacios a la integración, por razones religio­sas inmersas en un contexto sociológico. Estos fueron los moriscos; el que algunos de manera aislada se integraran plenamente no es ob­jeto para invalidar la anterior aseveración.

Los negros se pueden considerar, igual que en otras zonas, como una clase diligente y útil que aprovechaba cualquier oportunidad y ayudó a construir el país para sí y para los españoles.

Ambos grupos se sentían vagamente solidarios, con un único lazo común: su procedencia de la condición servil; a éste se unía otro más problemático y no necesariamente bipartito, el de las asociacio­nes religiosas.

Los problemas con el Santo Oficio fueron similares, aún cuando la incidencia de los moriscos en problemas de ortodoxia fue mayor que la de los negros. Aquéllos traían de sus tierras un bagaje cultural relacionado con prácticas mahometanas y con problemas de hechice­ría. A estas causas se une la de la huida a Berbería, lo que les cuesta naufragios o la hoguera si son cogidos en el intento. La problemática de los negros está centrada en su soterrado paganismo o en prácticas de curanderismo.

En el aspecto social es de señalar su fusión con otros grupos ser­viles, lo que dio lugar al blanqueamiento y a la aparición de mulatos y loros.
En conjunto y ante problemas comunes se unían para nombrar apoderados que defendieran sus intereses e incluso, en alguna oca­sión, los de sus parientes, todavía esclavos.

El título del trabajo puede hacer pensar que en él se incluyen a los indígenas libres. Ahora bien, el problema para analizar cualquier grupo de población liberta va íntimamente relacionado al sistema es­clavista y se ha de ser esclavo plenamente para pasar a formar parte luego de la minoría liberta. Los indígenas que hemos hallado, a lo lar­go del siglo XVI, no responden a la denominación de horros, y si los hubo, cuestión que creemos, no aparecen en nuestra documentación. Todos comparecen ante escribano como naturales y vecinos. Además la aculturpción de los aborígenes conlleva otra problemática distinta a la de los africanos, por el hecho de que la mezcla entre ellos y los conquistadores fue más rápida, y aquel no se cuestionó con los cana­rios la doble imagen que a sus ojos ofrecían los negros y los moriscos, a los que identificaba como esclavos y a quienes se les aplicaba, a ve­ces, las restricciones y recordatorios similares a los de su posición an­terior. Añadían a ello el prejuicio racial y la presunta ilegitimidad.

Sobre la población liberta en el archipiélago, igual que de otras minorías, apenas si se tiene información. Mientras que de los escla­vos y de la trata se tenían algunas noticias sueltas y deshilvanadas, que si bien no calibraban su importancia al menos orientaban, de los libertos y su actividad no se tenía ni eso. Nuestro objeto es estudiar su volumen y actitud dentro de la sociedad canaria del Quinientos.