No existe unanimidad entre los historiadores sobre el origen del nombre de la isla o el de su calificativo. Está muy arraigada popularmente la teoría de que su nombre aborigen fuese Tamerán, Tamarán o Tamarant, traducido a veces como tierra de las palmas o más frecuentemente como país de valientes. Sin embargo, el origen prehispánico de dicho topónimo ha sido puesto en cuestión, ya que el nombre Tamarán aparece por primera vez en el siglo XIX, no constatándose su presencia en ninguna fuente clásica ni de la época de la Conquista, especulándose con la posibilidad de que Canaria sea la versión latinizada del verdadero nombre aborigen de la isla o de la etnia que la habitaba. Por otra parte, estudios filológicos recientes sugieren que el nombre Tamerán puede tener cierta autenticidad histórica

jueves, 8 de mayo de 2014

CASTILLO DE MATA O CASA MATA

 
 
 
Al hacer la visita al Castiilo de Mata, nos encontraremos con parte de nuestra historia ....


Los holandeses que atacaron la ciudad dirigidos por el vice-almirante Van der Doez en 1599, fueron tomados por ingleses. En febrero de ese año se habían cerrado finalmente los puertos a los holandeses, prohibiendo así todo comercio con éstos. La respuesta de Holanda fue la preparar una flota y enviarla a atacar los puertos y dominios españoles en ultramar. A finales de mayo de 1599 partieron setenta y tres navíos, a la que más tarde se unió otro gran barco de guerra. Hicieron escala en Plymouth y pasaron ante las costas de Galicia; después siguieron hacia el sur...

Los Holandeses en La Isleta:
La armada, con unos diez mil hombres, llegó a Gran Canaria el 25 de junio, amaneciendo al día siguiente en la bahía de las Isletas. Los isleños vieron una columna de humo que salía de las colinas de La Isleta y comenzaron a prepararse para la defensa. La estrategia escogida fue la que había logrado vencer a los ingleses: defender el puerto desde las dunas del estrechamiento de La Isleta, en las trincheras de Santa Catalina (por la actual playa de las Alcaravaneras). Los 74 navíos holandeses se habían situado en posición de combate, con unas 150 lanchas de desembarco preparadas para el ataque. Esa mañana hubo un intenso cañoneo entre el castillo de la Luz y los barcos holandeses, varios de los cuales sufrieron grandes daños. El fuego holandés se concentró en el castillo de la Luz, lo que intimidó a su alcaide, quien ordenó cesar el ataque contra el enemigo. Los holandeses pudieron así acercarse más a tierra y batir la costa con sus cañones. A media mañana los holandeses subieron a las lanchas e intentaron tomar tierra en el desembarcadero del puerto, situado a la altura de las actuales calles de Gran Canaria. Pero los isleños, junto con su pequeña artillería y lo cañonazos disparados desde el castillo de la Luz impidieron el desembarco. Los holandeses volvieron al ataque, cañoneando la costa de nuevo. Intentaron desembarcar, esta vez en la cala de Santa Catalina (ahora playa de las Alcaravaneras) que estaba muy bien defendida y de nuevo fracasaron en el intento. Luego lo intentaron en la misma playa, pero más al norte; después en el desembarcadero. Finalmente los holandeses consiguieron desembarcar por una zona de difícil acceso por mar (entre las actuales calles Luis Morote y Gomera) y que los canarios, por tanto, no habían preparado para su defensa. Los isleños corrieron a combatir la invasión pero no pudieron vencer contra la superioridad numérica de los holandeses. El gobernador quedó, además, malherido y tuvo que ser substituido en los combates siguientes.
Ataque a Las Palmas:
Los isleños se retiraron hacia la ciudad, preparando su defensa, llamando a todos los hombres disponibles para su defensa y colocando los cañones que habían podido rescatar del puerto. Los ancianos, las mujeres y los niños abandonaron la ciudad y se refugiaron en la Vega (de Santa Brígida) llevándose todo los objetos de valor que pudieran transportar. Al anochecer (el mismo 26 de junio), los holandeses avanzaron hacia Las Palmas. Los cañonazos disparados desde la fortaleza de Santa Ana les obligaron a retroceder, terminando el combate al caer la noche. Los holandeses continuaron el asedio al día siguiente, domingo 27 de junio. La defensa de Las Palmas se centró en la muralla de Triana, en el torreón de Santa Ana y en el cerro de San Francisco. Los atacantes se atrincheraron, por su parte, en los arenales al norte de la ciudad, trayendo cañones para atacar la muralla de la ciudad. Al día siguiente, lunes, los holandeses tomaron todos los cañones que pudieron (incluyendo los capturados del castillo de la Luz y los colocaron tras algunos edificios por fuera de la muralla, atacando al cerro de San Francisco y la fortaleza de Santa Ana. Hacia la una de la tarde los isleños tuvieron que abandonar la ciudad y marcharse a la Vega de Santa Brígida.
Guerrilla en el Monte:

Los canarios decidieron formar pequeños grupos de milicianos que molestarían a los holandeses con tácticas guerrilleras. El martes por la tarde los holandeses enviaron una primera expedición militar a la Vega, que fracasó sufriendo unas veinte bajas. Van der Doez amenazó entonces con quemar la ciudad y los campos de la isla y pasar a cuchillo a todos los canarios; pidiendo un rescate de 400.000 ducados de oro que los isleños se negaban a pagar. Pero los canarios tenían noticias de que la flota de Nueva España, de camino a América, pasaba cerca por lo que decidieron fingir una negociación del pago del rescate, distrayendo así a los holandeses. Van der Doez lanzó un ultimátum: deberían pagar el rescate antes del 2 de julio. Así, en la mañana del sábado 3 de julio de 1599 unos cuatro mil soldados holandeses avanzaron hacia la Vega. Hacía calor era un día con calima** y los canarios había cortado las acequias, por lo que los holandeses no las llevaban todas consigo. Grupos de canarios atrajeron a las tropas holandesas hacia el interior del Monte Lentiscal (entonces un bosque de lentiscos, mocanes y acebuches). Finalmente los defensores se lanzaron al ataque, dejando ver sus banderas varias veces y dando largos redoble de tambor, aparentando así un ejército mayor. Las tropas de la Vega lideraron el ataque, venciendo por fin a los invasores. Éstos tuvieron grandes bajas, sobre todo en la aún llamada Cruz del Inglés. Esa tarde los holandeses, de vuelta en Las Palmas, saquearon la ciudad. Al día siguiente prendieron fuego a bastantes edificios, hasta que se vieron obligados a regresar a sus naves. Se estima que en total sufrieron unas 800 bajas. Los canarios que retomaban la ciudad se apresuraron a apagar los fuegos pero en muchos casos era demasiado tarde.

La Playa:

La Armada holandesa permaneció cuatro días más en la bahía de la Luz. Finalmente, en las primeras horas del día 8 de julio abandonaron el puerto. Hicieron una escala técnica en Maspalomas (en la llamada, desde entonces, Playa del Inglés), donde enterraron los últimos muertos. La flota partió entonces hacia el Caribe para atacar a las colonias españolas de la zona. Allí murieron Van der Doez y muchos de los combatientes holandeses.






Los orígenes fundacionales de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria se remontan al año 1478, concretamente al 24 de junio (día de San Juan), momento en el cual Juan Rejón, capitán de la Corona de Castilla, inicia la conquista de la isla de Gran Canaria. Ésta comenzó en la desembocadura del barranco de Guiniguada, lugar que inicialmente se denominaría El Real de Las Palmas y que forma parte del actual barrio de Vegueta.

La lucha se prolongó por un periodo de cinco años, costando un gran número de vidas, sobre todo en el lado aborigen, que carecía de medios suficientes para defenderse frente a los ejércitos mandados por los Reyes Católicos. Aun así, la resistencia fue feroz. El final de la conquista llegaría en 1483, con la incorporación de la isla a la Corona de Castilla por parte de Pedro de Vera, quien logró el sometimiento de los aborígenes de Gáldar en la zona noroeste de la isla.En 1485 se traslada la diócesis desde El Rubicón hasta el Real de Las Palmas. La importancia de la ciudad crecería paulatinamente, constituyéndose el Obispado de Canarias, el primer Tribunal de la Santa Inquisición, la Real Audiencia de Canarias y la residencia de Capitanes Generales de Canarias. Aunque capitalidad tal y como se entendió en el siglo XIX no existió en el Archipiélago, dada la Residencia del Capitán General se puede considerar que fue capital de Canarias durante parte de los siglos XVI y XVII; después, aunque sin significado jurídico y real, continuó siendo considerada capital honorífica del Archipiélago Canario.
Prueba de la importancia que fue adquiriendo la urbe es la escala que realizó Cristóbal Colón en agosto de 1492 para efectuar unas reparaciones en el timón de la nave Pinta, además de cambiar el velamen original de La Niña (las velas triangulares por unas cuadradas, hecho que la convirtió en la carabela más rápida de la expedición), antes de partir hacia La Gomera. Ésta fue la penúltima escala antes del descubrimiento de América.
Durante estos primeros siglos de vida, la ciudad se convirtió en un punto muy activo económicamente, debido sobre todo al comercio de la caña de azúcar. En el siglo XVII se produjo una recesión a causa del freno que sufrieron las exportaciones agrarias tanto a América como a Europa. Durante la época de esplendor se asistió a numerosos ataques piráticos, que se prolongaron en el tiempo hasta el siglo XVIII
Desde finales del siglo XV, la ciudad se hallaba defendida sólo por una fortaleza, enclavada en las montañas de la península de La Isleta. Este fortín, a cinco kilómetros de la urbe, en las inmediaciones de donde hoy se levanta el Castillo de la Luz, era el más próximo para asistirla en caso de ataque. Tal precariedad defensiva se mantuvo hasta los últimos decenios del siglo XVI, cuando ya se había hecho notar la amenaza de corsarios y flotillas extranjeras. Desde entonces se empieza a dotar a la ciudad de un sistema de fortificaciones más apropiado. Así, se levantaron pequeños baluartes en el litoral, de los que ha llegado hasta nuestros días el Torreón de San Pedro Mártir, conocido popularmente como Castillo de San Cristóbal, del año 1577. De esta misma época datan las murallas que cerraban la ciudad por sus flancos norte y sur, que vinieron a marcar los límites a su expansión urbana. Aún hoy se conservan algunos restos de ellas, justo en las cercanías del llamado Castillo de Mata, en proceso de restauración para convertirse en futuro museo de la ciudad.
Estas fortificaciones no hicieron desistir a la escuadra de navíos ingleses, comandada por John Hawkins y Francis Drake, que a finales del siglo XVI (1595) pretendió sin éxito desembarcar en el litoral de Las Palmas con la intención de saquearla. Tampoco arredraron a la Gran Armada holandesa, mandada por el almirante Pieter van der Does, que se presentó ante la ciudad el 26 de junio de 1599. En esta ocasión, Las Palmas fue asediada durante dos días y finalmente, tras duros y cruentos combates, tomada en la tarde del 28 de junio por las fuerzas holandesas, formadas por más de seis mil soldados y 74 navíos. Hostigados por las milicias isleñas, que consiguieron hacerles frente y ganarles algunas batallas, los invasores permanecieron en la ciudad algunos días más. Durante este tiempo, saquearon la Catedral de Canarias dedicada a Santa Ana, patrona principal de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, las casas consistoriales, conventos y numerosas iglesias, así como algunas casas privadas y mansiones. Finalmente, el 4 de julio, los holandeses tuvieron que marcharse, no sin antes proceder al incendio de la ciudad. Las llamas afectaron a numerosas casas, conventos, hospitales, ermitas e iglesias y edificios públicos, algunos de los cuales quedaron completamente destruidos. También se perdieron numerosas obras de arte, entre ellas los retablos, altares e imaginería de la catedral. Sin embargo, no se pudo destruir el templo catedralicio gracias a la solidez de su construcción. Fue ésta, por tanto, la mayor invasión en la historia de la ciudad.




La Patrona de la diócesis de Canarias

El momento de la aparición de la Virgen del Pino siempre ha estado envuelto en un halo de misterio, existiendo todo tipo de versiones, algunas más o menos piadosas y otras que quitan al asunto todo carácter sobrenatural y hasta dan referencias de la persona que se trajo la talla desde España. Sin embargo, la tradición popular cuenta como hacia el año 1481 la imagen de la Virgen María apareció de manera sobrenatural en lo alto de un pino situado en las inmediaciones donde años más tarde sería levantada la basílica que la alberga.

Los diferentes reconocimientos del pino de la aparición de la imagen de la Virgen estuvieron orientados a la comprobación de la tradición. El pino de la aparición, robusto y ejemplar autóctono, tuvo 41,75 metros de altura y 6,72 centímetros de circunferencia.
Sin embargo, la extraña lápida que sirvió de pedestal a la virgen, con huellas podomorfas grabadas en la piedra, sólo fue vista por los pocos que subieron al alto pino, ya que la misma desapareció al caer el árbol. Señala la tradición que la aparición tuvo lugar el 8 de septiembre de 1481, siendo venerada la imagen desde entonces, además de por unos pastores, por el propio Fray Juan de Frías, obispo de la entonces Diócesis de Canarias. De acuerdo con el relato tradicional, todo esto ocurría cuando se estaba culminando la conquista de Gran Canaria, que tuvo lugar entre 1478 y 1483.[6]
El lugar de la aparición era un frondoso bosque que en el siglo XV se extendía por todo el centro y norte de la isla, que algunos historiadores sugieren que pueda ser un apéndice de la denominada Selva de Doramas. El pino en el que se apareció la imagen crecía en una zona conocida como Aterura, que en algunos escritos de la época aparece con las denominaciones Terore o Terori y que con el transcurso del tiempo quedaría fijado en la forma Teror que es la que ha llegado hasta nuestros días.


"Nuestros padres nos han dicho que dirigidos por un resplandor maravilloso la encontraron en la eminencia de un Pino, rodeada de tres hermosos dragos, de cuyas ramas se formaba una especie de nicho; que una lápida muy tersa le servía de peana y que del tronco de aquel árbol nacía una fuente perenne de aguas medicinales"


Fernando Hernández Zumbado, Novena a Nuestra Señora (1782)

El Pino de las Maravillas [editar]Hace referencia al Pino, en el cual Nuestra Señora del Pino se apareció. El Pino de la aparición era una especie autóctona en Canarias, denominado científicamente Pinus Canariensis. Este hecho favoreció la aparición en la Villa Mariana, puesto que por siglo XV, dicha región canaria se caracterizaba por sus numerosos y ricos manantiales los cuales se hallaban cubiertos por abundante vegetación.
En el lecho de Villa, destacaba la singularidad de un Pino que se alzaba como Rey del Bosque. Su voluminosidad era tal que la muchedumbre se sintió obligado en clasificarlo como Pinus thneda Canariensis, ya que el majestuoso árbol media 50 metros de alto y aproximadamente 32 palmos de circunferencia de tronco.
Cuentan que este majestuoso árbol fue el elegido para la aparición de la Virgen Canaria y a su vez el hallazgo de una fuente matinal, de la cual brotaban chorros de aguas medicinales, rodeada de tres singulares dragos.
Dicha aparición mariana causó un terrible apogeo, por lo que numerosas personas se acercaban al lugar santo para beneficiarse de tan milagrosa fuente de salud, lo cual obligó que por mandato del Obispo Cristobal de la Cámara y Murga, se construyera una cerca para limitar el acercamiento del lugar santo.
Debido a un fuerte vendabal, el 3 de abril de 1684, el Pino de las Maravillas fue arrancado del suelo fértil, lo cual causó una terrible desgracia para los vecinos de la Villa los cuales, alarmados pidieron la asistencia al lugar del Obispo por su enorme preocupación.
Actualmente, en el Camarín de Nuestra Señora del Pino, se halla una cruz de madera, realizada con el tronco del majestuoso Pino de las Maravillas; es conocida como La Cruz Verde.
La Fuente de los Milagros [editar]También se hace referencia a una fuente perenne de agua dulce, que manaba al pie del Pino de la Virgen, y las gentes llevaban a con virtudes curativas y milagrosas. Llegó un momento en que dicha fuente se consume y acaba, la cual fue causa de que se pusiese en custodia, y quien quisiera usar de ella, diera algo para el nuevo culto de la Virgen. El encargado de la custodia de la fuente fue el Señor Obispo Eclesiástico a petición del pueblo de Teror; comportamiento aprobado por algunos pero repudiados pos muchas más personas lo que provocó una terrible disputa. Con terrible disputa la fuente dejo de manar agua lo que produjo una revolución social en Teror y por consiguiente las primeras suposiciones.
Los tres Dragos [editar]Se refiere a los tres dragos de la especie Draco Palma canariensis que se habían originado en lo alto del Pino de las Maravillas donde se apareció la imagen de la Virgen María. Los historiadores mencionan que de los tres dragos mencionados, uno se había derribado a causa de los fuertes vientos, otro se secó, y el tercero calló al suelo junto con el Pino.
La Peana [editar]Según cuenta la tradición, se afirma que en la copa del Pino donde se apareció la Virgen, se hallaba una peana en la cual quedaron plasmadas las huellas de sus pies. Con la caída del Pino de las Maravillas, la peana se perdió aunque, aún perduran las sospechas de si fue perdida o si fue robada.

FEDAC

La fotografía fue llegando a nuestra Fundación antes incluso de que ésta existiese como tal Institución. Allá por el año 1979, a través de la “Escuela de Folklore”, se inició la producción y archivado de fotografías, diapositivas, vídeos,... de actividades de interés etnográfico en general y más particularmente de todo lo relacionado con la artesanía y los oficios artesanos en vías de extinción en la isla de Gran Canaria. Esta labor tuvo su continuidad a través de Instituto Canario de Etnografía y Folklore (1982), el Departamento de Artesanía de la Consejería de Comercio, Industria y Artesanía del Cabildo de Gran Canaria (1987), y finalmente desde 1992 a través de la FEDAC.; fruto de este recorrido la Fundación dispone en su Fondo fotográfico de más de 50.000 imágenes distribuidas en distintos fondos: registro institucional, inmuebles de interés etnográfico, artesanía y etnografía, el fondo histórico,...


Todo un lujo histórico que podemos disfrutar a través de esta página web.
http://www.fotosantiguascanarias.org/


Gracias a FEDAC por su colaboración.



Castillo de San Pedro Martir, ahora Castillo de San Cristobal
La Historia de este castillo se remonta alla por el año 1577 cuando fué construido por el Capitán D. Diego de Melgarejo y posteriormente reconstruido en 1638, participo en la defensa de la Ciudad de las Palmas entre los años 1595 y 1599, hasta el 1878 tuvo un uso militar hasta que en esa fecha tuvo la ordén de desartillarlo(quitar todo el armamento).




Se trata de una torre redonda que fue construida dentro del agua.

En el 1999 fue restaurada y hoy en día se encuentra en buen estado.

El 22 de Abril d 1949 Fue declarado Monumento Historico Artístico.



http://sancristoballaspalmas.blogspot.com/


Conquista de Gran Canaria (1478 - 1483)


Podemos distinguir tres etapas en la conquista de Gran Canaria: a) Etapa inicial, junio - diciembre de 1478. El 24 de junio de 1478, desembarcó en La Isleta, la expedición mandada por Juan Rejón y el deán Bermúdez, representante del obispo del Rubicón, Juan de Frías, uno de los financiadores de la conquista. Ese día, junto a Guiniguada, se fundó el Real de Las Palmas. Pocos días más tarde tuvo lugar en las proximidades del Real el primer enfrentamiento en el que los isleños fueron derrotados. Esta victoria inicial les proporcionó a los castellanos el control de la esquina noreste de la isla.

 Resistencia aborigen y divisiones castellanas, desde finales de 1478 hasta 1481. La resistencia aborigen en el interior montañoso de la isla, la falta de hombres y medios materiales y las desavenencias internas en el bando conquistador, constituyen las principales marcas de este periodo. Durante esta etapa, Juan Rejón fue destituido por orden de los Reyes Católicos. Su lugar lo ocupó Pedro Fernández de Algaba, que fue posteriormente ejecutado por orden del destituido Rejón. El nombramiento de Pedro de Vera como nuevo gobernador de la isla y la detención de Juan Rejón, puso fin a los conflictos internos que se habían prolongado hasta 1481.
 Final de la resistencia aborigen y conquista de la isla, 1481-1483. Pedro de Vera, ahora jefe indiscutido de los castellanos, reemprendió la conquista del interior de la isla y el guanartemato de Gáldar. Contó para ello con la llegada de nuevos refuerzos humanos aportados por Diego García de Herrera, que envió un numeroso contingente de gomeros. Se producen las victorias castellanas en la Batalla de Arucas en la que cae el líder aborigen, Doramas. La captura de Tenesor Semidán, guanarteme de Gáldar, por parte de Alonso Fernández de Lugo, será un factor decisivo para la culminación de la conquista. Tenesor Semidán fue enviado a Castilla, donde fue bautizado con el nombre de Fernando Guanarteme y, tras firmar con Fernando el Católico el Pacto de Calatayud, se convirtió en un fiel y valioso aliado de los conquistadores, cuya actuación ha sufrido diversas valoraciones por los analistas de la historia: traidor a la causa aborigen para unos, hábil negociador que logró salvar muchas vidas, para otros. Finalmente, el 29 de abril de 1483, y junto a la Fortaleza de Ansite, se produce la dispar acción de la entrega de unos como Guayarmina Semidán, o el suicidio de otros por despeñamiento como el del líder canario Bentejuí junto con el Faycán de Telde al grito de Atis Tirma (por mi Tierra).



Faro de Maspalomas

Este faro es una construcción concebida por el Ingeniero Juan León y Castillo como un conjunto luminoso en base a dos cuerpos principales, la casa del torrero y la torre. La vivienda, de planta rectangular, fue desarrollada a partir de una idea tradicional como es el patio canario, pero las cuatro fachadas del inmueble están socorridas por la moda ecléctica del periodo en que fue construido. La vivienda, adosada a la base de la torre, actúa como zócalo que contrarresta los empujes de la misma.


La decisión de construir un faro en Maspalomas data de 1861 pero no es hasta 1884 cuando se encarga a Juan de León y Castillo la redacción del proyecto. Las obras duraron hasta 1889 y el faro emitió su primer destello luminoso en la noche de su puesta en funcionamiento, el 1 de febrero de 1890.

Alzado del faro (1895).La torre, presentada al mar, en la parte sur del conjunto, es un cilindro troncocónico que cuenta con un diámetro medio en el cuerpo superior de 6,20 metros, una altura de 54,70 metros y en su cúlmen se ubica la linterna, con lo que el conjunto alcanza una altura de 60 msnm. Cuenta con diseño de fuste clásico cuya sección va disminuyendo conforme se acerca a su capitel, rematado con anillos y mútulos. En su fachada dispone de una sucesión en altura de alargados huecos verticales, que dan luz a la escalera de subida a la linterna y, en lo alto, bajo el capitel, una pequeña luminaria vidriada cuya finalidad es más bien ornamental. El color de la torre es gris azulado, propio de la sillería con la que está construida en su totalidad.

La linterna es una cúpula de cristal de 3,7 metros de diámetro, cubierta en su parte superior. Dentro de ella se albergan las ópticas, los reflectores y la lámpara halógena de 1.000 vatios, que emite una luz de color blanco a razón de un grupo de un destello lento con una frecuencia 1+2 de 13 segundos entre grupos. Los destellos tienen un alcance nominal nocturno de 19 millas náuticas.

Es uno de los tres más altos de España.


Fuente de la Plaza del Espiritu Santo.


Hermosa fuente que data del Siglo XVI, ubicada en el Barrio de Vegueta, el más antigua de la ciudad de Las Palmas.



Castillo de La Luz


Construido en 1494 al incorporarse la isla de Gran Canaria a la Corona de Castilla, su orden de construcción la dio el tercer Gobernador Alonso Fajardo para servir de fortaleza defensiva contra piratas holandeses e ingleses.


Originalmente, la fortaleza estaba situada sobre un arrecife, aislándose en la pleamar, pero el continuo desarrollo de la ciudad lo ha dejado en tierra firme entre edificios.

Se edificó sobre un fuerte de madera construido por el Capitán Juan Rejón cuando comenzó la conquista de Canarias en 1478. En 1553 recibió unos añadidos y sufrió una reconstrucción tras el incendio de 1599, originado por la armada holandesa capitaneada por Pieter van der Does.
Sus funciones defensivas continuaron hasta el siglo XIX. Fue la primera construcción defensiva en la isla; a esta le siguieron el Castillo de Mata, el de San Cristóbal y de San Francisco, integrados en la Muralla urbana de Las Palmas de Gran Canaria.

 
 
Castillo de Mata
 

Originalmente se construyó un torreón redondo situado al final de la muralla, y que deteriorado por los ataques de la armada holandesa capitaneada por Pieter van der Does en 1599, fue reedificado por Francisco de la Rúa. Debido a la derrota de los invasores en esta zona, la fortaleza recibió el nombre de Castillo de Casa Mata, conocido hoy como Castillo de Mata, y debido a que su función era la de guardar la muralla de la ciudad se hizo de forma de casamata.

Estuvo cedido al ejército español hasta 1997, que lo utilizaba como alojamiento.

El 22 de abril de 1949 fue declarado Monumento Histórico Artístico, siendo así protegido por la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.


Castillo de San Francisco

Se construye tras la petición por parte del Cabildo de Gran Canaria en 1595, tras el ataque de Francis Drake en octubre de ese mismo año. El emplazamiento es elegido después de comprobar tras el ataque la buena defensa que ofrecía el Risco de San Francisco. Tardó décadas en terminarse, en 1625 todavía seguía en obras.


En 1898 por Real Orden se mandó demoler pero debía mantenerse mientras no se construyera una nueva fortificación de similares características en la zona, lo que ha hecho que se haya mantenido hasta la actualidad.

Hasta finales del siglo XX se utilizó como prisión militar.
Forma parte de una fortaleza edificada en la meseta del Risco de San Francisco con una superficie de de 222.910 m², de los cuales el Castillo de San Francisco ocupa 5.750 m².

El 22 de abril de 1949 fue declarado Monumento Histórico Artístico, siendo así protegido por la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español




Yacimientos Arqueológicos de Gran Canaria



El Tejar


La arqueología está presente en esta ruta, en concreto con el yacimiento de El Tejar, aunque son múltiples los vestigios del pasado prehispánico en la zona, representados por otros enclaves de interés como el conjunto de cuevas de La Angostura, la Cueva de Los Frailes, El Maipez, Los Silos o Las Huesas. El yacimiento arqueológico de El Tejar fue descubierto en el año 1987, cuando se realizaban tareas de desmonte en un bancal agrícola. Trabajos posteriores sacaron a la luz gran cantidad de material arqueológico, destacando especialmente la aparición de varias pintaderas y de los restos de dos ídolos antropomorfos.


Como Llegar ....
 
Nuestra ruta comienza en el barrio de La Angostura, más concretamente en la zona conocida como El Tejar. Al llegar a este barrio debemos aparcar en su vía principal para, posteriormente, buscar una calle que sube hacia el colegio público de La Angostura, señalizado por un cartel indicativo. Ascendemos a pie por una pista hormigonada, para antes de girar a la izquierda de nuestra marcha dejar esta vÌa y seguir por un sendero. Aconsejamos, no obstante, continuar por esta pista unos cincuenta metros m·s hasta llegar al yacimiento arqueológico anteriormente mencionado en la caracterización general, El Tejar, pues además de poderlo ver en su estado actual, tras los trabajos efectuados por los arqueólogos, este lugar aporta información de gran interés.


Volviendo al inicio del camino, que comienza, como ya apuntamos, junto a una curva de la mentada pista hormigonada y a una vivienda con cancela metálica, comenzamos a caminar por una senda en perfectas condiciones, pasando a la izquierda de una casa con frutales, bordeado el camino a la izquierda de nuestra marcha por un muro de piedra seca y de muy bella factura en donde algunos veroles crecen meteorizando la roca.

Llaneando con el Barranco Guiniguada al fondo, a nuestra derecha, nos vamos introduciendo en un cada vez más tupido bosquecillo que se extiende a nuestros flancos. La vegetación termófila se caracteriza por la presencia destacada de acebuches, lentiscos, palmeras, veroles, tajinastes, cornicales y otras especies introducidas pero muy extendidas, como la tunera.

El sendero adquiere aspecto de cauce de pequeño barranco, presentando un firme algo pedregoso, caminado ahora bajo un dosel de ramas. A medida que pasamos este tramo, vamos ascendiendo progresivamente. Una breve parada nos permitir· observar, hacia el sur, el casco de la Villa de Santa Brígida. Seguimos subiendo, ahora pisando sobre un espléndido empedrado que bordea muros de piedra de no menor interés. Algo más arriba encontramos una tubería que debemos seguir, obviando una desviación que gira a la derecha -las vistas son cada vez más espectaculares, divisándose desde la cumbre de Gran Canaria hasta Tafira, y las especies arbóreas termófilas abundan cada vez más-.

Una vez arriba, observamos una bifurcación de caminos; debemos tomar el de la derecha, que asciende hacia un lomo, pasando primeramente junto a un estanque vallado y, posteriormente, entre lentiscos y acebuches que han ido colonizando todo este espacio, hasta llegar a una cruz de madera, lugar desde donde podemos disfrutar de una magnífica panorámica.

Asomados al borde de este lomo, en realidad estamos sobre la abrupta pared que cierra por el noroeste la gran cuenca del Guiniguada. Tenemos una visión completa de una extensa franja que va desde el SO al NE de la isla. Justo por debajo se extiende el amplio lecho del barranco, con extensas superficies de cultivos y donde se asientan algunos pequeños núcleos de población; al sureste destaca el Pico de Bandama y al este otro volcán, la Caldereta del Lentiscal.

Para volver, podemos hacerlo por el mismo camino o bajar en dirección norte hasta una casa aislada. Partiendo desde ésta, se inicia la nueva senda de vuelta, justo frente a donde finaliza la carretera asfaltada que llega a la vivienda. El sendero, ancho y con firme de tierra, transcurre en llano, atravesando nuevamente vegetación de termófilo. Al pasar una valla metálica volvemos a encontrarnos en la última bifurcación de caminos que antes dejamos para ascender hasta el lomo. Desde aquí, simplemente descendemos por el mismo lugar hasta llegar a nuestro punto de partida.

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